sábado, 13 de diciembre de 2008

Un helado con Andrés Olivos


Que en paz descanse


Vocalista de los Difuntos Correa, acaba de llegar de una gira por Europa, interpreta la canción de la serie “Los 80” de Canal 13 y está a punto de lanzar su tercer disco.
Nada tiene de difunto el Desi, que cada día se levanta con una canción en su cabeza y una nueva idea que tiene que realizar cueste lo que cueste.


El calor nos sofocaba y nos dejaba mudos, caminábamos por inercia y porque si no simplemente no podríamos llegar a nuestro destino. Anduvimos cinco cuadras, y siempre escuchando la misma canción, una y otra vez, “guarda el tiempo en las bastillas unas cuantas semillas na, na, na, na….” no era un disco rayado ni un mp3, sino el Desi, que en la mañana había escuchado la radio y tocaban ese cover, su cover, para ser más específicos, de él y de los Difuntos Correa.
“Los Difuntos para mi son un proyecto donde uno aprende a trabajar en grupo, a confiar en las decisiones grupales por sobre los egos personales, porque es necesario. Luego de eso, cuando las canciones están listas y hay que tocar, es un tubo al que hay que entrar y abandonarse. Ahí empieza el rock & roll, uno deja de pensar y solo toca y transmite, y la gente canta, baila, salta o en su defecto se queda mirando. Lo bueno es que nadie queda indiferente. Prefiero que me odien a que no se acuerden”.
Me acordé de la Paci, su polola, cuando me decía que a Andrés siempre se le quedaban pegadas las canciones, estaba todo el día cantándolas hasta que ya resultaba divertido para todos, para mí también ya que nuestro trayecto se hizo más ameno.
Pero “El tiempo en las bastillas” era más que una canción que entretuvo mi andar, ya que es el tema principal de la serie “Los 80” que transmite Canal 13 todos los domingos, pero no cantada por Fernando Ubiergo, sino que por el mismísimo Andrés Olivos.
“Con la banda estamos recién llegando de una gira por Europa, tocando el tema central de la serie Los 80 y preparando el tercer disco.”
Los ojos del Desi brillan cuando me cuenta sus logros, haber estado en Europa fue una experiencia que no cambiaría por nada, quiere mucho a su público chileno y eso lo tiene muy claro, pero los extranjeros recibieron su música con los brazos abiertos.
Nos tomamos un helado y nos sentamos, hablamos cuál amigos de toda una vida, echaditos hacia atrás, piernas cruzadas y con todo el relajo del mundo.
“Andrés es un hombre sencillo, es simple para sus cosas, no le gusta complicarse y es bien positivo y optimista. Por eso yo creo que le ha ido bien en la vida porque tiene buenas energías y eso se proyecta, es una persona verdadera, que no intenta aparentar ser otra cosa y eso lo hace especial”, agrega María Paz, su polola hace 4 años, estudiante de teatro en la universidad Central.
¿Y la música Andrés? Igual debe ser difícil decidir de un día para otro, sí esto es lo que quiero para mi vida, sabiendo lo complicado que es.
“Dime Desi no más, así me siento más en confianza, no te preocupes”
Bueno, ¿y porqué Desi?
“Jajaja, porque cuando era chico yo decía que me llamaba Andesito. Perdona, ¿cuál fue tu pregunta?”
La música, que está media difícil en este tiempo, como indomable.
“Ah ya me acordé. Mira no sé si sea complicado, esto se siente desde lo más profundo, es como un llamado, ¿me entiendes?”
Sí claro, una pasión. O sea ¿Desde niño esto de la música te llegaba a los huesos?
“Sí, de todas maneras. Tenía buen oído desde chico, y siempre estuvo presente. Mi mamá tocaba guitarra y cantaba, yo me quedaba pegado a los parlantes escuchando el Thriller de Michael Jackson a los 3 años. Incluso cantaba antes de empezar a hablar con "ta-ta-ta". Es algo que ha estado siempre conmigo”
Nuevamente la voz de la Paci sonó en mi cabeza como por arte de magia. “Una característica del Desi es que es un poco desconcentrado en todo lo que no sea música. Para hacer su trabajo nada puede distraerlo, sin embargo, en otros planos de la vida es algo olvidadizo”.
Siempre ha sido inquieto, quiere hacerlo todo en su vida. Cuando chico se escapó de su casa y se fue a San Pedro de Atacama, llegó con quemaduras por fuego, y sus padres lo amaron…
Su familia, es su escape. Un lugar donde descansa del ritmo del mundo. “Cuando estoy con ellos siento un espacio de confianza y cariño que me hace muy bien”.
Andrés nunca pensó en la fama como un ideal de vida, ni la música fue su primera opción. Estudió en el Colegio San Ignacio en Santiago y luego hizo un año de periodismo en la universidad Católica y luego cuatro años de teatro ahí mismo, pero finalmente se dedicó a la música y a escribir guiones (en ese momento).
La mano de Desi ya estaba toda llena de helado, el calor y la conversación hicieron que se derritiera.
“Mira, mi sueño es sencillo, ser artista y poder vivir de esto sin el agua hasta el cuello. Y lo que deseo para el mundo, es que tengamos todos las mismas oportunidades de realizarnos en lo que queremos hacer, que en mi opinión ayuda mucho a ser feliz.”
Vive con el guitarrista de su banda, los dos en una casa en Bellavista, le gusta porque dice que es un barrio de artistas, donde la cultura tiene una butaca preferencial.
Lo primero que hace en la mañana es mirar su jardín, “aunque no tenga mascota, tengo un jardín lleno de plantas”, lo riega con orgullo, prefiere no tomar desayuno y alimentar a sus creaciones con amor.
“El amor tiene que acompañarlo todo, uno lo tiene que vivir en la pareja, en la familia, en el trabajo, en lo que le gusta. Si no amas lo que haces te vas apagando, te pones funcionario”.
Seguíamos caminando y Santiago nos entregaba una agradable brisa que nos hacía caminar más lento para aprovechar innatamente ese vientecito que vale oro en tiempos como estos.
La fama es la pregunta del millón, pasar de ser un simple patiperro, a que te pidan autógrafos en la calle y te escuches en la radio, igual es fuerte.
“Para mi es una herramienta para que mis proyectos sean masivos y puedan vivir. En el fondo soy agradecido de la fama de mis fans”.
“Yo creo que él tiene muy claro lo importante que hemos sido sus fans para el proceso y el desarrollo del grupo. Cuando tiene la oportunidad se encuentra con nosotros, nos conversa y le gusta igual saber nuestra opinión en los conciertos y esas cosas. Somos bien buena onda con él y preocupadas. Sabe que los Difuntos pueden confiar en nosotras porque cuando hay que ponerse siempre estamos”, dice Bernardita Vega, fan de los Difuntos Correa.
La verdad es que no tengo demasiado definida mi filosofía de vida, cuando la tenga tan clara voy a haber crecido, pero me parece que es comprometerse harto con las decisiones que uno va tomando y llevarlas a su máxima expresión: en el amor, en el trabajo, en el placer, etc...
Andrés me habla con una amabilidad y cercanía enorme, no duda en decirme lo que siente y hasta me siento con la confianza de darle algún consejo o un empujoncito.
“Es una persona a la que le gusta mucho sentirse en familia, yo creo que eso es importante para él, es muy sociable y querible, en general las personas que lo conocen lo quieren mucho porque es un hombre sincero, espontáneo y gozador, tiene gran respeto por las personas con las que trabaja y convive a diario”, comenta Paci.
Me pregunta por mi vida, cómo estoy yo, qué hago, qué quiero hacer. Vamos una pregunta yo y otra él, ese fue el trato.
A ver. Y ¿Cómo es Andrés Olivos?
“Inquieto, me parece, no me quedo tranquilo nunca, sobretodo cuando tengo algo en la cabeza, que parece ser siempre”
“Y… ¿Cuál es tu sueño Rosario?”
Que este perfil sea tan bueno como uno de John Lee Anderson.
“¿John Qué?”
No importa si el entrevistado aquí eres tú.
Le tiene miedo a quedarse solo, sin nadie con quien contar. Dar un buen concierto, querer y ser querido son cosas que le alegran el alma. Su preocupación por el prójimo hace que un motivo de pena sea la cantidad de gente que no puede hacer lo que le gustaría en su vida. Y cree que al mundo le hace falta disposición de los que tienen para ceder a los que no tienen.
“Ya. Mucho bombardeo de preguntas por el momento, ahora voy a hablar yo libremente. Hay algo que no me gusta mucho, y mi intención no es quejarme contigo sino que si estás tan interesada en saber mis cosas, te digo que el chaqueteo es lo que más me carga y lo peor es que es tan común.”
El Desi es una persona igual que yo, con la diferencia que a mi me conoce el 0,0001% de la gente que lo conoce a él. La fama no se le subió a ninguna parte y sabe perfectamente lo que significa.
“Lo que para mi es divertido igual es cuando vamos alguna parte y la gente lo reconoce o le pide fotos o autógrafos, es raro porque yo lo conozco desde antes que el grupo se hiciera conocido, entonces es divertido verlo como en una faceta más de artista. Lo mismo cuando sale en la tele o entrevistado por personajes de la farándula es divertido porque nunca pensé que eso podía pasar”, dice Paci.
Ya el sol se no esconde y tenemos que partir en diferentes caminos.
“¿Te voy a dejar? Es mejor que no te vayas sola”, me dice caballerosamente.
No te preocupes mi departamento queda a dos cuadras, en serio.
“Andrés es leal, no importa qué pase, él siempre va estar y si se equivoca es capaz de pedir perdón, de arrepentirse y eso lo considero muy valioso. Así también como pide perdón, sabe perdonar”, Paci.Gracias por todo, de verdad, por el helado, la conversación y tu agradable compañía.
“Gracias a ti, en serio, me gusta tener momentos para hablar de la vida de uno mismo con otras personas, siempre es necesario y tu me diste la oportunidad”
“Andrés es un hombre agradecido y eso se le nota, disfruta la vida a cada momento y eso lo hace especial, por lo menos para mi”, Paci
¿Tu ídolo?”John Lennon, Paul Mcartney, Caetano Veloso, Pharrell Williams, etc,etc, etc...”

viernes, 12 de diciembre de 2008

Pareja de brasileños


Sorry, ¿Conoce Chile?

Sumergidos en una cultura completamente diferente, los extranjeros quieren conocer nuestras costumbres y tradiciones, pero no se despegan de las suyas.
Dos brasileños llegan a Chile y no se quieren volver, se han enamorado de sus empanadas.

Ojos grandes y abiertos, piel morena y sonrisa radiante. Es como si un aire caribeño le siguiera sus pasos, y el ritmo de sus movimientos no se perdiera jamás.
De su mano un hombre, su compañero fiel, idénticos en piel y aire.

Observan cada detalle con atención, como si fuera el único en su especie. No llevan bolsas con compras, sino que las bolsas los llevan a ellos.
“Ha sido un día ajetreado”, dice Clariña con su acento portugués y reluciendo sus blancos dientes. “Llegamos hace cinco días y no hemos parado”,
Casados, 30 años, sin hijos, brasileños, cariocas, felices, gozadores y viajeros.

Están en el Patio Bellavista, entran a un restaurante, se sienta afuera, dejan las bolsas a un lado, despejan todo y sobre la mesa ocupando casi todo el espacio sólo hay lugar para lo más preciado e importante que posee un turista: su mapa.
Antes del pedido, planean su día siguiente y averiguan cómo pueden llegar a sus deseados destinos. A su lado una pareja de jóvenes chilenos les da una mano y les apuntan en el mapa en qué metro se tiene que bajar para ir a conocer La Moneda.

Cuando llega la mesera les trae la carta y ambos la miran, luego bombardean a la joven con nombres de verduras, carnes y pastas que no conocían. Luego les traen un plato a cada uno, con sus respectivos cubiertos. Llega la mesera y les entrega su pedido; en un día de noviembre, a las ocho de la noche, mientras los alter hours comienzan a llenarse y la luz del día baja su intensidad, ellos tenían que probar lo típico, no lo del restaurante donde vendían hamburguesas, pizzas, pastas y carnes al muy estilo gringo, sino lo típico de Chile: una empanada de pino para cada uno con una copa de vino tinto.

“Nos encanta Chile, no nos queremos ir, estamos muy felices acá”, dicen entre risas y se miran.
Jorge es arquitecto y Clariña diseñadora de ropa. Dicen que siempre les ha gustado viajar, les sirve para crecer y para enfrentarse a nuevos desafíos juntos.
Chile siempre estuvo entre sus opciones, querían conocer de a poco los países más cercanos para luego abrirse al mundo.

A pesar de comerse la empanada con gusto, usan sus cubiertos para hacerlo, nadie les enseñó que la empanada chilena se como con las manos.
Después del postre la pareja de al lado nuevamente los ayuda, ahora con la foto del recuerdo: los dos comiendo juntos en su quinto día en Chile.

Barrio busca ser Zona Típica


Pío Nono, ponte bello

Pío Nono quería una remodelación y la tuvo. Ahora que quedó como nueva se quiere lanzar al estrellato. No se conforma con ser un simple barrio, quiere adquirir categoría y se siente capaz. Tiene el apoyo de sus vecinos y de su comuna, quiere dejar la bohemia y ser un ejemplo de cultura.


Según el artículo 2do de la Declaración de Zona Típica o Pintoresca, cualquier autoridad o persona puede solicitar por escrito al Consejo de Monumento Nacionales (CMN) que una población o lugar o determinada parte de ellos, sea declarada Zona Típica o Pintoresca.
Así fue como las juntas vecinales del sector dieron el primer paso. La número 35 de Recoleta y la 13 de Providencia, se unieron con la idea de no sólo mejorar su barrio, sino que hacerlo renacer.

Pío Nono es frontera entre las comunas de Recoleta y Providencia, fue fundada en el siglo XIX y su gran valor cultural y arquitectónico son características que la benefician en su candidatura.
Limita con el Parque Metropolitano y Pablo Neruda construyó una de sus tres casas acá. Todo confluye para que este barrio adquiera la categoría que sus vecinos anhelan.

Santiago tiene alrededor de 30 Zonas Típicas, todas aprobadas por el consejo de Monumentos Nacionales, que al igual que Pío Nono debieron pasar por ciertas pruebas de rigor para adquirir esta cualidad.
Entre las más conocida ubicadas en la comuna de Santiago están: el Parque Forestal, la calle París Londres y el Barrio Cívico.

El CMN pertenece al Ministerio de Educación y trabaja en conjunto con el MINVU, MOP, CONAMA, entre otras, y es el encargado de declara Zona Típica a los barrios o lugares de Chile que cumplan con una riqueza arquitectónica cultural y que ayuden al crecimiento del país.

“Hemos dado un enorme ejemplo de participación ciudadana, que nos permite construir entre todos un mejor país. Este proyecto se definió con los municipios, los residentes y los propietarios de locales comerciales. Así es como se mejoran barrios y ciudades”, dijo la ministra de Vivienda y Urbanismo, Patricia Pobrete.

Mónica trabaja en Pío Nono hace 10 años y se siente parte de él. “Creo que esto es algo que nuestro barrio se merece, hemos trabajado por tener nuestra calle linda y siempre limpia, y ahora que está renovada lo hacemos con mucho más ánimo”
Uno de los problemas que posee este barrio es su estigma bohemio, por la gran cantidad de bares y discoteques que se llenan de jóvenes cada fin de semana.
“Es bueno que esta calle haya tenido un cambio, pero creo que va a ser muy difícil separarla de la vida nocturna que tiene, ya que viene mucha gente a carretear y como ellos no son de este barrio no les preocupa y no lo cuidan, sólo causan destrozos”, comenta Juan Herrera, mesero de un pub, ubicado en Pío Nono.

Para que este barrio adquiera la categoría que tanto anhela, muchas cosas tendrán que cambiar. Ya no dependerá sólo de ellos ya que deberán conservar una zona que será parte importante de Chile.
Dentro de los criterios deberán aceptar la intervención de su barrio, ya sea con nuevas construcciones y más arreglos, la conservación y cuidado constante y por último la preservación, es decir, manteniéndolo en estado original y protegiéndolo de los posibles daños.

Barrio Bellavista y Paseo Pío Nono










El nuevo panorama que la lleva

Recoleta quiere ser bella y Pío Nono se muere de envidia. Pero ya no, porque el pasado 24 de agosto se inauguró el nuevo Paseo Pío Nono en Bellavista, que tiene como finalidad hacer de este barrio un lugar donde se pueda disfrutar del ambiente y de su gran arquitectura. Se tiene una meta muy alta: catalogar a la calle Pío Nono como patrimonio cultural.


Entrando a la calle Pío Nono, es poco el cambio que se nota, es que uno llega pensando en lo lindo que debe haber quedado y en la ciclovía. Una cuadra después se nota el cambio: veredas más anchas, con nuevas baldosas grises y rojas, bancos de madera con cemento y la anhelada ciclovía ubicada al costado izquierdo de la calle y delimitada con luces especiales puestas en el suelo que la separan de los autos.

Casi el 70% de los locales que hay en la calle Pío Nono se relacionan con la vida bohemia: pubs, botillerías y discoteques llenan las veredas de gente.
Entremedio de todo se encuentra una farmacia. La señora que está en la caja, Mónica Muñoz, dice que no nota el cambio en la clientela, no han aumentado ni disminuido las ventas. “Cuando estaban remodelando no venía nadie porque estaba toda la vereda mala, estuvieron como seis meses arreglando. Creo que el cambio no fue necesario ya que lo que hace falta acá es más seguridad. Arreglan la vereda pero la gente ni la cuida y pusieron esos bancos que sirven para que los jóvenes se droguen y se pongan a tomar”, dice Mónica.

Ya entrando la noche, alrededor de las 19:30 hrs, la calle comienza a llenarse de luces y el ruido del gentío mayoritariamente joven, unos llegando del carrete y otros terminando. En ese mismo momento y aprovechando el aire fresco de la hora tres ciclistas utilizan la ciclovía para practicar su deporte. “Nosotros ocupamos harto esta ciclovía desde que se inauguró, porque para el sector norte no se da esto. Venimos a entrenar y ocupamos este medio para tener más cuidado. Esta nos gusta, quedó bien buena, ningún problema”, comenta Katherin Cataldo veinteañera que practica el ciclismo hace siete años.

Pío Nono no se puede sacar el estigma de Barrio Bohemio, en su ambiente se respira un aire joven con ganas de pasarlo bien junto a una cerveza.
Su remodelación tiene un fin fijo y difícil de cumplirse: ser Zona Típica.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Casi Eliseo pero Fredy


Un auto se asoma, y el sonido de unas monedas en el bolsillo comienza a sonar, es al unísono. “Aquí jefecito” apunta un brazo fuerte un sector desocupado, es Fredy que pareciera que tuviera un imám hacia los autos, corre sin pensarlo hacia ellos.
Los autos son su mundo y le ayudan a ganarse la vida. No los vende ni los compra, los estaciona.
Para Alfredo Norambuena (el Fredy) no es un problema el exceso de autos que deambulan en Santiago, por el contrario celebra cada vez que el gobierno se aterra cuando las cifras aumentan.
“Es complicado ganarse la confianza de la gente, creen que por ser uno humilde se va a aprovechar de ellos. Es verdad que no somos los dueños de la calle, pero si ella nos ayuda a vivir, no tenemos otra opción, los trabajos son muy pocos en este tiempo” dice Fredy.
Obligado a la bohemia de los fines de semana, debe estar atento de todo hasta altas horas de la noche, el barrio Bellavista llena sus estacionamientos principalmente de jueves a viernes, aunque en la semana a Alfredo nunca le falta trabajo.
“Lo malo de esto oiga es que nos meten a todos en un mismo saco, creen que todos somos estafadores. Desde que salieron esos programas en la tele la gente ya no nos cree y eso me da pena”
Tiene músculos en los brazos bien formados, podría decir que hasta envidiables, es que estar todo el día y todos los días con los brazos arriba haciendo señas y diciendo:”cuidado jefecito, un poquito más un poquito más, dele pa’ la derecha pa’ la derecha suavecito” debe haberle dado esa atribución.
Hace 7 años trabaja en Pío Nono, dice que es un barrio que da dinero seguro, “los jóvenes siempre vienen a carretear acá, y eso es platita segura el fin de semana”.
Es independiente, pidió un permiso en la municipalidad de providencia para realizar su trabajo honestamente, su uniforme son unos jeans desgastados, una polera roja y una chaqueta azul ajustada de puños y cintura. Su jockey es su aliado fiel en los días de pleno sol, donde el cemento es enemigo de la sombra.
No vive de sobornos y tiene que lidiar diariamente con el clima, llueva, truene o gotee tiene que estar de Bellavista a las 8.30 am. y no importa si le gusta o no, sabe no va a salir el sol por una queja.
¡Déjate algo po’ Fredy! Escucho que me gritan en el oído, es que Alfredo pareciera que tiene el monopolio, pero sólo por una cuestión de actitud, su gran sonrisa y ese carisma innato te hacen sentir una cercanía instantánea.
Ya en la tarde se nota el cansancio en los ojos de Alfredo, su ánimo no es el mismo y su corrida ahora es trote, es cansador, no se trata de sólo mover los brazos y dar indicaciones, también hay que llegar a la gente, y eso es lo que más cuesta.